¿Inmortales o resucitados?
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The Immortal (El inmortal) es una serie de televisión estadounidense en la que el protagonista, Christopher George, goza de una química sanguínea que le permite esquivar todas las enfermedades y la vejez. Es eso, inmortal. Una persona con propiedades tan mágicas se convierte en objeto inmediato de búsqueda y captura por parte de hombres ricos y malvados, que le quieren chupar la sangre y usarlo como banco personal de glóbulos rojos. El inmortal se emitió en la cadena ABC, del 24/9/1970 al 14/1/1971, y llegó pronto también a España. Muchos niños de entonces la vimos entre asombrados, temerosos y envidiosos. «¡Qué maravilla tener la sangre del bueno de Christopher George!», se pensaba.
Bryan Johnson, nacido el 22/8/1977, es un exitoso empresario estadounidense, figura real, del que el semanario The Economist afirma que toma cien pastillas al día, no come después de las 11 de la mañana y monitorea su cuerpo obsesivamente con docenas de biomarcadores, porque no es que quiera vivir unos años más: aspira a vencer la muerte por completo. En esa aspiración por superarla, le acompañan otras celebridades, como Peter Thiel, nacido el 11/10/1967, cofundador de PayPal y el número 129 en la lista de los hombres más ricos del mundo, y Elon Musk, el archiconocido propietario de Tesla y de la red social X, entre otras empresas.
Johnson, Thiel y Musk son parte de un transhumanismo que ve el cuerpo humano como una pieza de hardware que puede ser pirateada, optimizada y actualizada, según The Economist. Están al frente de empresas que exploran la prolongación de la vida, los implantes cerebrales y los medicamentos que mejoran la mente y el cuerpo. Piensan que la medicina debe potenciar la capacidad del cuerpo y no solo restaurar su salud cuando esté enfermo. El envejecimiento, para ellos, debería clasificarse como enfermedad. Así lo tratarían sin trabas legales con todo tipo de ensayos.
Entre nuestros excéntricos empresarios exitosos y con ganas de vivir eternamente, y los cíborgs que promueven (esos seres formados por materia viva y dispositivos electrónicos potenciados por la inteligencia artificial), parece que empezamos a acercarnos a las posibilidades evocadas en la serie El inmortal. La pregunta que se plantea es: ¿queremos vivir eternamente en este mundo al estilo Johnson-Thiel, al estilo del cíborg de la figura, o resucitar a una vida nueva?
Estamos en Pascua, han enterrado al papa Francisco y mucha gente se puede preguntar por qué los cristianos seguimos creyendo en la resurrección de Jesucristo. La explicación más rápida: por el testimonio personal de los apóstoles, que dieron la vida por una verdad: que el Mesías había resucitado. Si Jesús de Nazaret no hubiera resucitado, ¿es razonable pensar que el apóstol Pedro y muchos discípulos se convirtieran en mártires por una mentira, por esa mentira?
Leyendo los relatos evangélicos, sin embargo, nos damos cuenta de que el Jesús resucitado no es exactamente el Jesucristo crucificado. El cuerpo glorioso del Mesías tienes llagas, come pescado a la brasa, pero también atraviesa tumbas y paredes. María Magdalena lo confunde con el hortelano. Jesús acompaña hasta Emaús a dos discípulos que tendrían que haberlo reconocido al instante, pero no saben quién es. Ese Jesús es una «nueva criatura» que crea un «nuevo mundo». Como él, por su promesa, los cristianos no aspiramos a convertirnos en inmortales cíborgs, sino en nuevas criaturas de un nuevo mundo.
Más información:
- Sobre el estado de la humanidad resucitada de Cristo: cf. el Catecismo de la Iglesia Católica, números 639-655.
- Para comprobar la concordancia de la enseñanza católica con el punto de vista de un historiador y teólogo protestante, véase este ensayo monumental de N. T. Wright: La resurrección del Hijo de Dios.
- Para estudios sobre la vida más allá de la muerte: v. Escatología, de Joseph Ratzinger, y Teología del más allá, de Cándido Pozo.
Nota a pie de página:
Foto: un cíborg generado con la inteligencia artificial de Grok
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